[Microrrelato (397p.) de la Parte III de El viaje]
-Del organismo con la representatividad relativa más ajustable entre tiranos–
Había pasado más de medio año desde que la nueva asamblea se instaló pero ello no evitó que hubiese varios movimientos y reajustes.
En particular salió del organismo legislativo una de las figuras más destacadas del decenio anterior. Hay quienes dicen que fue parte de la negociación que llevó al poder al tirano que recién asumía la presidencia. No le importaba ceder poder político pero sí quería vía libre para mejorar sus negocios. Fue una condición mínima que impuso en su alianza con el mandamás «saliente», quien ocupó la comandancia general de las fuerzas armadas.
Las elecciones generales de la asamblea son sólo una vez cada decenio pero, al ser una entidad colectivista, se vota por listas cerradas que pueden ser modificadas por el ente que organiza un grupo social o sector. De hecho es muy común que hayan cambios en la conformación de dichas listas, en las personas que representan a cada cual. Cambios que se pueden dar incluso pocos días después de la elección general y que muchas veces ni siquiera se hacen públicos pues, según la propaganda oficial, el sistema no toma en cuenta los intereses individuales sino los intereses de grupo, los cuales «no varían en lo esencial de persona a persona dentro de un mismo grupo.»
Quien controla la mayoría de las listas, o las más importantes, controla la asamblea y la designación de gran parte de los funcionarios del Estado, incluido el presidente. Dicho control se hace por medio de un sistema cleptocrático, que para el momento estaba bajo el dominio del anterior mandatario.
Cada sector o grupo social tiene su propia dinámica y actualizan sus datos de manera permanente. Por ejemplo la masa de estudiantes cambia año a año con la salida de nuevas promociones y el empresariado tiene mayor o menor influencia dependiendo de los impuestos pagados.
El voto de una persona tiene un valor distinto según diversos factores: el sector o grupo al que pertenezca, su desempeño o años de servicio, su zona de influencia, pero sobre todo el número de sus camaradas: Quienes tienen un voto débil suelen pertenecer a los sectores más numerosos y, por tanto, más fuertes en conjunto, con mayor capacidad de defender los derechos de los individuos que lo conforman.
Parece una paradoja: Mientras más débil es el voto individual de alguien, mayor es la probabilidad de que sus exigencias y necesidades sean cubiertas.