[Microcuento (419p.) de la Parte IV de El viaje]
-Del mayor factor diferenciados entre técnicos, al menos en política-
Tolerancia: Máxima diferencia que se admite entre el resultado esperado y el obtenido.
Ya sea en asuntos científicos o artísticos. Ya sea midiendo el ángulo exacto para lanzar un proyectil o ya sea entonando la nota exacta para lograr la mejor interpretación de una obra maestra.
Qué tanta varianza se está dispuesto a tolerar o a admitir es lo que define la personalidad de cada quien, de cada entidad.
Hay quienes prefieren perfeccionar cada detalle, reduciendo la tolerancia al mínimo, y hay quienes prefieren avanzar lo más rápido posible sin detenerse a analizar detalles insignificantes, aumentando la diferencia que se admite entre el resultado esperado y el obtenido.
En política los más estrictos son los conservadores, que buscan la perfección en cada paso que se da, así ello impida avanzar a buen ritmo. Mientras que los liberales buscan la eficiencia, prefieren obtener el resultado más aceptable con el mínimo esfuerzo y tiempo posible, por los que suelen usar mayores niveles de tolerancia en sus proyectos.
Esas dos visiones son los extremos de una gran gama con distintos niveles de tolerancia y en que hay todo tipo de condicionantes. Por ejemplo hay agrupaciones políticas monotemáticas que abogan por reducir o aumentar la tolerancia presente en aspectos específicos del sistema, siendo uno de las más populares la que gira en torno a flexibilizar lo más posible la educación, en especial la inicial, pues es incierto cual método de enseñanza es el más idóneo a cada momento.
En los años previos a nuestra llegada a aquella nación habían predominado las políticas liberales por lo que, como es natural, ya estaba empezando a surgir señales de sus fallos, magnificadas por el tiempo.
Las agrupaciones con menores niveles de tolerancia en sus proyectos habían ido ganando cada vez más terreno. Abogaban por corregir muchos errores que se habían estado acumulando sin parar, lo harían reduciendo la diferencia admisible entre los resultados esperados en cada etapa de sus proyectos y los resultados obtenidos.
Argumentaban que los liberales, en su afán por avanzar, habían dejado muchos cabos sueltos que estaban produciendo daños incalculables; que planificar con cada parámetro al borde de su tolerancia es negligente, es planificar equivocarse pero sin método.
Lo ilustraban diciendo que estar al borde del abismo de manera constante y continua hace que sea cada vez más probable una caída irreparable, hasta que esa probabilidad se convierte en una certeza absoluta.
Tal actitud podría considerarse un vicio, suelen decir, como la necesidad de adrenalina de quienes practican deportes extremos.