Son cuatro las naciones donde impera una fuerte inclinación de ánimo hacia el libre mercado. Aquí los escritos con los aspectos más característico de cada cual.
(La numeración de los capítulos corresponde al orden cronológico de nuestro viaje)
Capítulo 11
Donde se describe una nación de mercaderes tradicionalistas
Afluencia por intererés
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Mi familia siempre ha tenido muchos amigos entre mercaderes, con ellos es fácil conservar las cuentas claras.
A nuestra llegada no hubo recibimiento oficial, su gobierno no es muy protocolario, pero ni siquiera lo notamos, nuestros amigos nos atendieron desde el primer momento de nuestra estancia. Tenían planes para varias semanas, cada cual según sus gustos particulares.
Desde el primer instante me quedó claro el concepto más extendido entre ellos:
El dinero es sólo una herramienta para medir la inclinación de ánimo, o interés, de la sociedad hacía un bien, entidad o servicio.
Así, al invertir más en algo, o en alguien, se demuestra un mayor apreció. Claro está, cada quien según sus posibilidades y sumando a la cuenta el tiempo invertido, pues el mismo vale oro, en algunos casos de manera literal.
Dicho principio también se aplica en la formación de los gobiernos de cada nivel de poder.
Cualquier interesado que esté dispuesto a invertir en los servicios y en la infraestructura pública puede ingresar al consejo ejecutivo que le convenga (a uno solo). Le bastará con el apoyo de un cuarto de los miembros del mismo y pagar una membresía, en la medida de su interés en participar.
Las presidencias de los consejos se asignan entre quienes aportan más al respectivo presupuesto quinquenal. Es como una subasta a sobre sellado, pero no gana quien oferte más, gana quien se acerque más (por debajo) al promedio de las 23 posturas mayores.
El monto aportado por cada miembro define el poder que cada quien tendrá en las decisiones del consejo. Excepto aquellos que aportaron más que el presidente, ellos tendrán el mismo poder de voto que el mandatario.
Los aportes acordados son compromisos que se deben cumplir incluso si se deja de ser parte del consejo
Contratos necesarios
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Gobierna el libre mercado, y como tal se va ajustando poco a poco.
Los puestos en el consejo ejecutivo no son vitalicios, mucho menos hereditarios. Todos los años debe salir al menos el 7% de sus miembros, pudiendo ingresar un número indefinido.
Si tal proporción no es removida (por mayoría de dos tercios) ni hay renuncias suficientes, saldrán aquellos miembros que hayan ejercido durante más tiempo.
Aunque es conocido como consejo ejecutivo, es un ente deliberativo cuya principal función es aprobar presupuestos y velar por su cumplimiento.
De su seno se elige un presidente y éste nombra una junta directiva (ente ejecutivo) de entre quienes hayan estado más cerca de alcanzar la presidencia. Dicha junta se debe renovar cada vez que cambie la composición del consejo en un 29%.
El consejo no hace leyes, sólo se encarga de registrar los contratos entre particulares para que exista una referencia clara. Existe todo tipo de contratos, desde comerciales hasta matrimoniales, pasando por los laborales y residenciales. Se registra no sólo el documento en sí, si no todas las modificaciones hechas y los motivos que las hicieron necesarias (vacíos legales que produjeron algún conflicto).
No hay leyes de convivencia ciudadana, los susodichos contratos y la creencia general en el dinero como mediador parecen ser suficiente entre ellos.
Para entrar al consejo se requiere el respaldo público de, al menos, un cuarto de los miembros. Se ve como algo natural la compra de los puestos (demuestra el interés que tiene el oferente).
Además hay miembros de segundo grado, encargados de abogar por intereses colectivos ajenos, que son conocidos como representantes. No pueden formar parte de la directiva y en lugar de requerir respaldo de otros miembros del consejo lo requieren de 1,31% de los contribuyentes de la entidad dada, junto al pago de la membresía, por supuesto.
Se firman contratos para que dichos representantes mantengan una postura determinada ante tópicos específicos (pudiendo mercar con los demás tópicos). Esos contratos suelen incluir reuniones, o asambleas, de rendición de cuentas y definición de objetivos, además de estipular el pago a realizarse según lo que se logre alcanzar.
Los más afamados representantes están entre los llamados sofistas. Dominan la retórica pero no creen en la moral, siento capaces de defender un argumento dado por falso sin el menor remordimiento: Pues todo, si se le detalla bien, puede ser definido como «falso con apariencia de verdad».
Financiación educativa
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Fuimos a visitar a una de las mejores maestras de la nación y, por extensión, una de sus personalidades más prestigiosas.
Es experta en finanzas. Enseña, a niños de todas las edades, desde precios de equilibrio hasta elasticidad de demanda y de oferta, pasando por costo de oportunidad y externalidades.
Antes de ir a visitarla, mis padres me comentaron que allí la educación básica es gratuita pero no pública: El estado da bonos, que sólo pueden ser gastados en servicios educativos, para que los padres decidan cuál de estos usar, para que decidan cómo desean que sus hijos sean formados.
En particular, la amiga de mis padres ofrece tres modalidades: directa, presencial y delegada; con lo que cubre toda la gama de posibles beneficiarios.
La modalidad más básica, y barata, está regida por un contrato mínimo estándar con el visto bueno de una mayoría calificada del consejo ejecutivo. (No es una ley, es el contrato mínimo aconsejado a los ciudadanos.)
Obtiene sus mayores ingresos como consejera, los obtiene de su capacidad para ver el potencial de sus alumnos, de sentar las bases para una productiva carrera profesional. En los contratos establece que los estudiantes pagarán una proporción ínfima (menos del 0,1%) de lo que declaren fisco por el resto de sus vidas.
La educación superior funciona bajo un principio similar pero financiado por el sector privado.
Las empresas reclutan a los estudiantes aptos y financian su formación en las áreas específicas que necesitan (¿quién mejor para ello?), pudiendo hacerse traspasos de los empleados entre empresas siguiendo las clausulas correspondientes, que van desde mantener la residencia en una ciudad en específico hasta el aumento del salario en una proporción determina con cada traspaso.
Hay fondos benéficos que reparten becas con la única condición de recibir una fracción (no más de 7%) de los ingresos brutos generados por trabajar en áreas relacionadas durante un tiempo determinado (no más de quince años).
En aquel momento me llamaron la atención los fondos dedicados al arte: Los pocos artistas que logran vivir de sus obras, y hacer fortuna, son los que financian los primeros años de los noveles.
Descubrimiento de leyes
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Para los mercaderes la justicia está en hacer honor a los acuerdos suscritos, sin importar si estos parecen ser maliciosos o ventajista.
Al surgir un conflicto se debe rediseñar el contrato de origen, ya sea en el comité ejecutivo local, provincial o nacional. Se inicia un debate en el comité con la participación de los involucrados, o de sus representantes.
Se debate cuál es «el espíritu del conflicto», cuál su fundamento, bajo que principios actuaron las partes, cómo pueden regularse esos principios y hacerlos tangibles, predecibles.
En ocasiones, si alguien sufrió un daño o perjuicio, el comité puede dar una compensación. Pero ello sólo si se usó un contrato de los recomendados por el comité ejecutivo consultado.
En el proceso no se espera hallar un culpable ni mucho menos hacerle pagar una pena. El único objetivo es perfeccionar el contrato vulnerado, evitar que vuelva a surgir un conflicto similar.
Al fin y al cabo, para ellos, la justicia se encarga de descubrir las leyes intrínsecas presentes en una sociedad en una época dada.
Tales debates son protagonizados por profesionales dedicados a ello. Ya sea uno de los representantes electos para estar en el comité ejecutivo pertinente o por un orador externo.
Si el proceso es de alto perfil es común que contraten sofistas y, en ocasiones, ello se hace en subastas públicas. Es un espectáculo fascinante, es un debate a una sola voz:
Se inicia con el sofista puesto a prueba por una de las partes interesadas. Convence a todos. Quienes asisten creen que ya se acabó, que no es posible rebatir tales argumentos, es entonces cuando surge la magia: La contraparte (en la subasta) ofrece una puja mayor y el sofista, sin pudor ni duda, empieza su alegato desdiciendo todo lo expuesto con anterioridad. Convenciendo a los asistentes de su nueva posición, hablando hasta que todos creen que ya se acabó, que no es posible rebatir tales argumentos, y entonces vuelve a surgir la magia: Alguien más aumenta la oferta por sus servicios, el sofista analiza la situación y empieza a esgrimir tantos argumentos como sean necesarios… Con cada nueva oferta se está más cerca de la verdad, de la ley.
La subasta continúa hasta que una de las parte detecta, o cree detectar, algún error y deja de ofertar. Siempre queda la duda si el sofista erró o si sólo simuló errar, ellos también tienen corazón en el pecho, y a veces lo sienten latir.
La supremacía bursátil
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El dinero es sólo una herramienta para medir la inclinación de ánimo, o interés, de la sociedad hacía un bien, entidad o servicio.
Por eso las instituciones más importantes entre mercaderes, incluso más que las estatales, son las bolsas de valores. Allí se determina el interés que tiene sociedad sobre cualquier materia o concepto imaginable, desde bienes y servicios hasta el funcionamiento de un gobierno.
El conjunto de edificios del complejo bursátil es alucinante. Fue el primer lugar al que nos llevaron a visitar (y al que más fuimos en general).
Me sorprendió la cantidad de jóvenes que había haciendo trámites.
A todo mercader, de cualquiera de las naciones, al cumplir 19 años, se le asigna una cuenta bursátil para operar instrumentos financieros básicos y con montos bajos. En la medida que demuestra entender los mecanismos de descubrimiento de precios, y ya cumplidos los 23, el corredor puede transar derivados y hacer operaciones apalancadas.
A partir de los 29, o con más de 11 años de experiencia, no hay restricciones más allá de las que dictan la lógica básica y las cláusulas contractuales que previenen el fraude, el monopolio y el abuso de información y/o autoridad
Las salas de operaciones son menos movidas de lo que imaginaba. Se siente una suave tensión, una tensión casi sacra.
La mayoría de la gente actúa con calma y parsimonia, sólo usan la bolsa como medio de cobertura, como una herramienta para hacer más eficiente su actividad productiva. Al menos así lo expresaron todos los lugareños que conocí.
No hay demasiado espacio para el arbitraje pues todos saben de finanzas. Todos gustan de mercar lo que producen así sea poco eficiente, lo hacen como pasatiempo. Por ello no hay espacio para la reventa, casi nadie se dedica en exclusiva al comercio.
Una práctica destacable es en torno a las empresas relacionadas a monopolios naturales pues la asignación, o retiro, de concesiones depende de la capitalización bursátil de cada cual.
Los usuarios determinan esa capitalización. De manera periódica se emiten nuevas acciones, entregándose la mitad a los usuarios (por lo general siete acciones cada año) y dándoles plena libertad de mercar con ellas. Así, sus expectativas sobre el valor futuro de las empresas, basados en el desempeño actual, hace que el precio por acción fluctúe y con él la capitalización y probabilidad de obtener nuevas concesiones (y con ello más usuarios y mayor capitalización…)
Capítulo 20
Donde se describe a unos mercaderes confederados por necesidad
Asentamiento comercial
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Dicen que todo empezó por casualidad.
Era un pequeño paraje para descansar, un paraje donde confluían muchas rutas entre diversos pueblos.
Los visitantes de esos pueblos traían consigo sus costumbres y enseres propios, bienes exóticos para todos los demás, y por ello apetecibles, muy apetecibles.
Mercancías a fin de cuentas.
Quienes llegaban con tales bienes no se daban cuenta de su singularidad pero los lugareños sí, y pronto empezaron a viajar de un pueblo a otro y a otro más distante cada vez. Al principio por curiosidad, luego para mercar.
Quienes estaban más interesados en ofrecer estabilidad conformaron un comité ejecutivo. Poco a poco aquel paraje se convirtió en referencia universal y sus gentes, los mercaderes, se volvieron adinerados.
Nunca dejaron de explorar, no sólo los territorios sino también sus propias mentes. Empezaron a innovar, a crear bienes cada vez más sofisticados que atraparan la imaginación de propios y extraños.
Hubo una época de estancamiento, los límites naturales los mantenían cautivos. Hasta que desarrollaron nuevos métodos de transporte y de comunicación (hay quienes dicen que por azar), pudiendo así acceder a tantísimos territorios cercanos y ricos pero inexpugnables.
De repente se dio la gran expansión. Se conformaron grandes consorcios para explorar y explotar los nuevos territorios. Establecieron asentamientos comerciales, cada cual según las características del terreno, cada cual especializado en sus asunto.
La mayoría constituyeron una confederación, sólo dos quedaron por fuera: uno por necesidad y otro por azar.
El comité ejecutivo no dictó normas, como es su tradición, sólo hizo que se cumplieran y refinaran los contratos que fueron surgiendo.
Pero además, tal vez lo más importante, la metrópoli más antigua impuso condiciones para que las nuevas entidades comerciaran con ella. Condiciones que giraban en torno al respeto del derecho de las gentes, en especial de los migrantes de sus tierras.
Dicha actitud no sólo fue por buena voluntad, de hecho fue sobre todo por un cálculo político-económico: Evitar las costosas migraciones masivas que ocurren cuando los gobernantes maltratan a sus pueblos.
Una poderosa bolsa vacía
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Las instituciones públicas más fuertes entre mercaderes son las encargadas de fomentar la competencia (y de luchar contra los monopolios).
La más popular, como es de esperarse, es una bolsa de valores. Pero no es una bolsa convencional, es una de capital representativo y negociaciones anónimas conocida como bolsa vacía, pues en ellas no se gana dinero. Sólo sirve de base para mejorar la competencia interempresarial.
En ella se transan fichas que representan a las empresas, o mejor dicho, que representan la contribución de las empresas al desarrollo sustentable de la economía, la reputación ligada a su responsabilidad social, ambiental y productiva.
La ficha base, o semilla, es la relacionada a la bolsa misma. Cada ciudadano recibe cada año tantas de estas fichas como años de edad tenga, empezando a los 23 años, y además se le rembolsan aquellas que haya gastado el año anterior, premiándose así la participación constante.
Con esas fichas, o fracciones de ellas, se pueden adquirir aquellas otras correspondientes a las empresas que consideren merecedoras de incentivos fiscales, con lo que se evalúa el aprecio que la sociedad tiene por cada cual.
Para evitar coacción los intercambios son secretos. Además se usa criptografía a doble cara y una gobernanza distribuida contra el fraude y la adulteración de los registros:
En los centros de consultas, un funcionario verifica la identidad del ciudadano y genera un código criptográfico, la primera cara. Luego el ciudadano da las bases para la otra cara del criptograma, con lo que surge una huella única e irrepetible.
Finalmente el corredor hace todas las operaciones que tenga a bien. Las puede realizar de inmediato y/o dejarlas programadas (incluso para que sea recurrente en años posteriores), con lo que evita que se pueda deducir quién hizo cuál transacción por el momento en que asistió a la sede de la bolsa.
Los registros son fijados por casas matrices al resolver problemas matemáticos que dependen del resultado del anterior problema y de los propios datos tratados, con lo que una vez asentados no se pueden variar sin corromper los registros posteriores. Cada solución debe ser verificada por las demás casas para que sea definitiva.
Las buenas o malas negociaciones de los participantes sólo modifican la influencia que tiene cada quien en el sistema, nada implica una ganancia económica. Es más bien un deber ciudadano, es la leve contribución que se da para que todo funcione cada vez mejor.
Además es una forma de restarle (aún más) poder al estado: Mientras más personas participen, con más frecuencia, será mayor la proporción de lo recaudado por el estado que se destina a dicho sistema.
Concesión gubernamental
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Fue frenética la caída en la bolsa (vacía) del gobierno de una de las provincias más prósperas.
Una serie de escándalos políticos hizo que perdieran en pocos días gran parte de su soporte, produciéndose de inmediato un cambio de poder.
En esa nación el gobierno, en cada nivel y circunscripción, es ejercido por fundaciones sin fines de lucro que cotizan en un mercado bursátil especializado donde la ciudadanía participa de forma constante y libre sin recibir una recompensa monetaria.
Allí gobernar es un servicio, es coordinar los asuntos públicos de un territorio determinado, es un monopolio natural que se da en concesión a la organización que mejor esté valorada por la sociedad, y que esté disponible:
Una concesionaria no puede gobernar en más de 23% de las entidades federales (ya sean provincias de la nación o municipios de una provincia) ni tampoco pueden tener bajo su mando a más del 19% de la población de la nación o de una entidad. Cada una de ellas, dependiendo del respaldo que tenga, elige el proyecto que considere más acorde a su perfil pues las costumbres y tradiciones legales suelen ser muy específicas para cada lugar, llegando a ser diametralmente opuestas en ocasiones, incluso entre entidades vecinas.
La concesionaria en cuestión perdió su principal gobierno provincial al dejar de estar entre las mejor cotizadas y tiempo después, al profundizarse la bajada, perdió más influencia aún y se tuvo que conformar con unos pocos municipios.
También salió de la directiva del gran comité pero eso fue lo menos traumático. Es una autoridad nacional débil, sólo cumple funciones de coordinación y de control (de allí surgieron los escándalos que sacudieron la bolsa de gobernabilidad). Está compuesto por seis representantes de cada provincia, designados de dos en dos cada tres años por los gobiernos locales y su directiva la conforman los representantes recién nombrados de las siete provincias que más recursos hayan aportado de aquellas que tengan más de un decenio sin ejercer tales funciones (así compensan las votaciones plutocráticas en su seno).
La agrupación que solía ser vista como la tercera opción se hizo cargo del gobierno, fue la que salió favorecida de la redistribución de capital político.
Tendrá cuatro años de gracia en los que será evaluada de forma constante en la bolsa, en los que definirá no sólo su continuidad en dicho gobierno sino la posibilidad de expandir su prestigio e influencia en otras provincias de la nación.
Allí cada provincia es autónoma, sólo aceptan estar entrelazadas por facilitar la búsqueda de los mejores gobiernos posibles.
No impuestos, no estado
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Fuimos a la urbanización amurallada de la ciudad capital, un lugar 100% libre de impuestos, libre de toda presencia del estado, de sus servicios.
Para los mercaderes el estado es sólo un proveedor de servicios y, como es lógico, aceptar un servicio siempre ha de ser optativo. Por eso existen toda clase de «entidades libres» desde edificios y campamentos hasta municipios y provincias enteras.
Allí los ultraliberales pueden tomar las riendas, resguardando sus vidas por sí mismos, imponiendo su justicia (o al menos intentándolo) según los contratos que firman. Cualquiera puede vivir allí, la única limitante es la edad: Está prohibida la permanencia de menores de 23 años en horario nocturno y/o por más de 12 horas al mes; siempre existe el riesgo de un brote despótico.
Cabe aclarar que dichas zonas no son autónomas, mudarse a una de ellas no libera de compromisos previos, no da ningún tipo de inmunidad. El estado y cualquier individuo o ente puede intervenir cuando lo ampare algún contrato.
Su existencia es una muestra palpable de la importancia de los servicios dados por el estado: seguridad, justicia, planificación general (de infraestructura y demás), estabilidad monetaria.
Este último punto me llamó la atención pues en la mayoría de los casos quienes viven en dichas zonas siguen usando la referencia del estado para el intercambio de bienes. Entre mercaderes cualquiera puede crear monedas o fichas de intercambio pero nadie puede imponer su uso, por lo que el estado ofrece como referencia un promedio ponderado de las monedas que hayan mostrado mayor estabilidad y aceptación en cada región, variando el peso que se da a cada moneda en el cálculo.
Así los precios hacen referencia a dicho promedio y cada ciudadano paga en la moneda que acuerde con su contraparte, sabiendo de antemano la relación entre ella y la referencia.
Aunque hay múltiples gastos relacionados a dichas entidades, es más barato mantenerlas que intentar abolir el impulso subyacente (con educación y castigo, con escuelas obligatorias y cárceles).
Su uso y puesta en boga es cíclica, cada cierto tiempo surgen líderes carismáticos con el mismo ideario ultraliberal: llaman a dejar de mantener un estado parásito, forman movimientos multitudinarios, su fama crece como espuma hasta que choca con la realidad al mudarse a uno de estas entidades libres.
En promedio quienes emprenden la aventura no duran más de año y medio viviendo en plena libertad, asumiendo plenas responsabilidades.
La recaudación de fondos
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Por casualidad me enteré de una nueva agrupación política que salió a bolsa.
Hace pocos meses una de las personas más acaudaladas de una pequeña ciudad decidió que quería que su visión trascendiera. Hay quienes dicen que fue por un problema familiar, tal vez con sus hijos, ya que empezó a invertir en la ciudad mucho más que antes, mucho más allá de pequeñas obras benéficas. Empezó a invertir como si no tuviera a quién dejar toda su fortuna.
Poco a poco se hizo de gran fama, parecía no tener objetivos políticos, parecía sólo querer mejorar su ciudad de una forma muy particular. Nunca estaba de acuerdo con las formaciones políticas locales, nunca invertía en sus proyectos.
En esa nación las agrupaciones políticas, o fundaciones, recolectan y acumulan dinero para sus proyectos. Crean un fondo de inversión para cada uno y los contribuyentes eligen cuál proyecto desean financiar, llegando a la dirigencia quienes aportan mayor capital.
Si bien la mayor parte de los recursos están asignados a proyectos específicos, hay una porción nada despreciable que queda a la discreción del gobierno proveniente de aquellos ciudadanos que no tienen interés en los asuntos públicos pero que, para disfrutar de los servicios del estado, están obligados a contribuir con un monto mínimo al fondo general del gobierno de turno.
Pero en esa pequeña ciudad había muy pocas opciones políticas, los proyectos giraban en torno a intereses de la provincia. Por eso había preferido invertir directamente, por eso poco después se había aliado a algunos políticos conservadores para recaudar fondos y así cosechar la fama que había sembrado, la buena imagen que disfrutaba.
Los conservadores veían su accionar con buenos ojos porque no esperaba nada del fondo general de la provincia
El uso de ese fondo general define la tendencia política entre mercaderes:
Los conservadores abogan por un estado pequeño y lo menos burocrático posible, sin competencias para tomar decisiones discrecionales, a menos que se declare una emergencia. Los más radicales abogan por que el fondo general se reparta de manera proporcional entre los proyectos existentes, incluyendo el presupuesto nacional.
Del otro lado están los más reformistas, quienes gustan de crear incentivos y financiar proyectos innovadores para lo que necesitan funcionarios especializados a cargo y otros más que los supervisen y controlen. Los más radicales incluso buscan crear y financiar centros de investigación y desarrollo en áreas que consideran necesarias o estratégicas.
Muchos se sorprendieron cuando ella creó su propia fundación, tal vez lo hizo para aminorar los conflictos y aprensiones de sus primeros colaboradores, pues tenían ideas contrapuestas. Presentó su organización como moderada pero era radicalmente reformista.
La principal propuesta era sentar las bases para convertir a su ciudad en un polo tecnológico.
Capítulo 32
Donde se describe una nación de mercaderes con mando ajustable
Periodo de mando variable (Pg)
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Las certezas son fundamentales para el desarrollo saludable y estable de los mercados.
El dinero huye de los eventos críticos y definitorios, por eso entre mercaderes no hay grandes jornadas electorales. Toda votación se hace de manera lenta y progresiva, dándole tiempo a los mercados a ajustarse, a contemplar nuevos escenarios y entrever oportunidades.
Tampoco hay una fecha límite que marque el final de un gobierno o la salida de un funcionario de su cargo. En su lugar dichos funcionarios van perdiendo o ganando influencia y poder de forma estable y predecible, o al menos de forma tan estable y predecible que no suele haber grandes sorpresas que provoquen corridas bursátiles.
La elección de la directiva de un consejo ejecutivo es un trámite administrativo intrascendente, en especial cuando los planes de desarrollo ya están aprobados por todos los grandes contribuyentes, quienes sólo pueden entrar al comité con una inversión inicial menor al promedio pagado por la sociedad y no pueden aumentar su contribución (su poder de voto) más de 20% cada año, teniendo la obligación de ceñirse a un plan anunciado con suficiente antelación. Mientras mayor sea la inversión, a más largo plazo ha de ser dicho plan y más durará el funcionario en el cargo.
Así mismo, las concesionarias son evaluadas poco a poco, ya sea por medio de votaciones o de bolsas vacías, con lo que se puede prever escenarios con gran exactitud estudiando las tendencias.
Ésta es la nación de mercaderes donde ocurren más eventos críticos. Es donde hay más votaciones pero no se hacen para elegir representantes poderosos sino para definir qué tanto poder de decisión tendrán quienes inviertan en cada proyecto en específico.
La puesta en marcha o no de un proyecto esencial puede introducir grandes cuotas de optimismo o pesimismo al sistema, produciéndose reacciones exageradas. Por ello las consultas se hacen, por ley, con mucha antelación y de manera parcial y progresiva.
Son comunes las encuestas para prever cuáles son las prioridades de la sociedad y estimar cuáles proyectos apoyará más.
Invirtiendo en lo público (Gc)
(índice)
Entre mercaderes todo proyecto público, del más pequeño al más grande, surge por iniciativa privada.
Las personas, o entes, con mayor interés en el proyecto empiezan a promoverlo, a recaudar fondos y obtener permisos. Deben notificarlo a quienes puedan verse afectados por el mismo y se debe contar con el beneplácito de quienes tengan contratos relacionados.
Al ser proyectos públicos cualquier persona puede participar, al igual que en las concesiones de servicios públicos. En todo caso se conforma un consejo directivo entre quienes sean los mayores contribuyentes, por lo general no más de once personas, y de su seno surge una coordinación general.
La principal ventaja de invertir en un proyecto público es obtener deducciones fiscales o, en el caso de los grandes proyectos, aumentar la influencia en el consejo ejecutivo respectivo mientras que, además, se desarrolla infraestructura o servicios que benefician intereses propios específicos. La única limitante es que nadie puede tener más de un séptimo del poder de decisión en cada consejo directivo.
Por demás nadie puede empezar a invertir en una entidad administrativa con un monto superior al promedio de las contribuciones hechas en dicha jurisdicción ni tampoco puede aumentar en más de una quinta parte la última contribución propia en una entidad dada.
En ocasiones los proyectos se tramitan a través del consejo ejecutivo, o su directiva, para dirimir diferencias y alcanzar el mayor grado de satisfacción para el conjunto y mayor estabilidad en el tiempo, al menos así es en los lugares más tradicionalistas.
En esta nación, por el contrario, la sociedad en pleno tiene un papel protagónico en la toma de decisiones, cada ciudadano influye por igual en la cantidad de poder que tendrán los inversionistas como conjunto.
Todo proyecto público o concesión se somete a consulta popular para determinar su nivel plutocrático, para determinar qué tanto poder de decisión desea cederle la población a los grandes contribuyentes, qué tanto desea depender de ellos, qué tanto confía.
Hay que saber conciliar las posturas: Si se quiere atraer inversiones se debe ceder poder.
Ajuste continuo del poder (Ar)
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Lo más particular de esta nación es su sistema de votación semiplutocrático.
Todo ciudadano tiene derecho a ser copartícipe de la formación del gobierno, de la decisión de cuánto poder debe tener el conjunto de plutócratas que conforma cada consejo ejecutivo.
Como en toda nación de mercaderes, cada ciudadano tiene un poder político proporcional al monto de su inversión en los asuntos públicos, en cualquier proyecto, pero en este caso en particular esa proporción se atenúa siguiendo una función logarítmica, y la población vota para ajustar la base del logaritmo usado.
El sistema lo explican a los estudiantes en su adolescencia (y a los extranjeros) con un ejemplo simple: Si la base del logaritmo fuese 10, quien invierte un monto preestablecido tiene un voto, quien invierte 10 veces dicho monto tiene dos votos, quien invierte 100 tiene tres votos y así en sucesivo. Del mismo modo, si la base logarítmica fuese 2, se necesitaría invertir sólo 8 veces el monto mínimo para tener tres votos.
La sociedad va ajustando la influencia de los acaudalados, sólo tiene que ceder el poder justo para atraer las inversiones que cree necesitar para su desarrollo.
Las votaciones son continuas y parciales, cada distrito lleva su propio ritmo y lo varía a placer.
Cada semana son convocados a las urnas todos los votantes no activos (quienes no hayan participado en más de un año) y el 17% de los votantes activos con más tiempo sin votar en cada distrito.
El valor base del logaritmo, o nivel plutocrático, se ajusta una vez que se mantiene una tendencia en el 67% de los votantes activos o en el 47% del padrón electoral, con lo que si los votantes inactivos concurren en masa, por ejemplo, se pueden ver cambios en pocas semanas.
Además de la votación general hay consultas en cada localidad por cada proyecto que sea de interés público. Se siguen los mismos principios y se usan los mismo parámetros, al menos que una gran mayoría de la población local decida lo contrario sin contravenir las leyes nacionales.
Así las decisiones de los inversionistas son respaldadas o no por los afectados en cada ámbito, desde la estructura del gobierno nacional hasta el desarrollo de un proyecto vecinal.
Inversiones fundamentales (MP)
(índice)
El dinero es una herramienta que permite medir la propensión del ánimo hacia algo o alguien, para medir cómo varía en el tiempo esa propensión según los cambios en el entorno y en las expectativas.
Pero antes del dinero, esa función la cumplía el trabajo mismo; la dedicación y esfuerzo que se invierte en algo o por alguien; la simple capacidad de actuar o no.
Una acción vale más que cien promesas.
Cuando se fundó esta nación casi nadie quería vivir en ella, era un gran proyecto a futuro, un excelente lugar en donde invertir pero no para vivir.
Había tantos inversionistas y tan pocos trabajadores que establecerse en los primeros asentamientos era considerado una inversión en sí misma. Quienes hicieran tal inversión debían tener derecho de voto en la toma de decisiones.
Así, vivir en los asentamientos era la inversión fundamental o entrada. Los inversionistas tenían tantos votos como el número de múltiplos de la entrada con que estuviesen dispuestos a contribuir. Mientras mayor fuese el monto de la inversión fundamental más trabajadores llegarían pero también se alejaría a los inversores, y viceversa.
Cada persona que se mudaba podía votar si se debía aumentar el valor de la estadía allí (el monto de la inversión fundamental) o si se podía disminuir para atraer capital.
Poco a poco, al ritmo con que los asentamientos se convirtieron en ciudades, el sistema se fue sofisticando. Desde la distancia los grandes capitales ya habían hecho su labor, y obtenido una ganancia por ello. La infraestructura primordial ya estaba construida, sólo hacía falta ajustar detalles.
Se vio la necesidad de atraer a inversionistas medianos que desarrollaran nuevas ideas acordes a lo cotidiano, que se establecieran en la nación y velaran por su sostenibilidad. Se vio la necesidad de hacer que los grandes capitales pudiesen ejercer cada vez menos poder, que la proporción entre el monto invertido y el número de votos se fuese atenuando en la medida que aumentara la contribución del inversionista.
El mayor atractivo para la mayoría de los migrantes es poder votar para ajustar dicha proporción y, sobre todo, poder promover que otros voten en el mismo sentido.
ÍNDICE
- Cap11. Donde impera el libre mercado
- Cap20. Donde impera el libre mercado atomizado
- Cap32. Donde impera el libre mercado atenuado