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05. Una selección

Una selección táctica

Estaba al acecho, paciente, con la certeza que en algún momento la persona ideal pasaría.
De repente distinguió un caminar característico, característico de quienes van despistados, de quienes no prestan atención a la gente a su alrededor. Vio cómo caminaba sin pensar.
Evaluó el coeficiente ganancia-riesgo. Sonrió: el riesgo era mínimo, de hecho era tan mínimo que cualquier ganancia valdría la pena, incluso la simple ganancia de experiencia.

Empezó el acecho, a una distancia moderada y disimulando su extraño caminar. No sólo veía y estudiaba a su selección sino a quienes los podían ver: a los niños jugando, a los carros que pasaban, a los peatones que iban en su misma dirección; en especial, a aquellos con caminar mesurado, esos que lo van observando todo, evaluándolo todo.
Ya había decidido lo que haría, sólo le restaba esperar el momento oportuno, el momento en que se despejara la vía, el momento en que (en particular) alguien de caminar mesurado que venía en dirección contraria pasara de largo; pero eso nunca ocurrió: Justo se había quedado viendo a su posible víctima, justo tropezaron, justo empezó a insultar y a desearle la muerte a ese ser invisible, convirtiéndole en el centro de atención de todos.

Desistió, el riesgo había aumentado demasiado.
Ya estaba a punto de irse cuando oyó un frenazo y vio cómo se perdía todo el gran porte de quien le hubiese dañado sus planes iniciales.
Se hizo a un lado y quedó a la espera, al acecho.
Inició una nueva selección.


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